BYOB, una maravilla


Seguro que muchas veces os habéis llevado la desagradable sorpresa de tener que pagar tres veces más en un restaurante por una botella de vino que en una tienda. Para evitar este desastre, en Australia existe una ingeniosa solución: la maravilla del BYOB.

BYOB (Bring your own bottle) consiste en que los restaurantes permiten a los clientes traer sus propias bebidas alcohólicas de casa. Usualmente está restringido a botellas de vino. Además, suele ser el único alcohol que tiene sentido llevar de casa, ya que el restaurante suele cobrar una pequeña cantidad (2 ó 3 dólares) por cada cliente que se una a la fiesta. Por esta razón no tiene mucho sentido hacer BYOB con botellas de cerveza.

La ventaja de este sistema es que para una mesa de cuatro clientes, la cantidad a pagar en torno a 10-12 dólares más 15 dólares de la botella de vino comprada en la tienda de licores de la esquina, es mucho más barato que los 60 dólares que cobraría el restaurante por servir la misma botella de vino, lo que supone un gran ahorro.

Es una costumbre australiana que siempre me ha resultado muy curiosa de y reconozco que la practico con frecuencia. He leído que en otros países también funciona, pero lo llamativo de Australia es que esté tan extendida y arraigada. Según un estudio de la Universidad de South Australia un 26% de los clientes lo practica habitualmente y un 67% de ellos prefieren tener la opción disponible . En el estudio también se preguntaba por la principal motivación de los clientes. Lo sorprendente, y no con falta de ironía, fue descubrir que los clientes no lo hacían principalmente por el ahorro, sino por otras razones distintas. Dos de ellas son:

  • Como una estrategia de reducción del riesgo de recibir un vino mediocre ennoblecido en una botella lujosa. Con el BYOB este riesgo desaparece por completo.
  • Para conseguir mayor flexibilidad en el tipo de vino a consumir. Parece ser que las cartas de vinos de los restaurantes son algo limitadas.

Por la razón que sea, es algo muy bien aceptado por el cliente y con gran éxito.

¿Creéis que esta práctica tendría cabida en los restaurantes españoles?

Teletrabajo, no es oro todo lo que reluce


Además de su crudeza en el número de fallecidos, la pandemia del Covid-19 ha servido de experimento masivo a nivel mundial para comprobar cómo funcionaría una sociedad donde la mayor parte de su fuerza laboral trabaje desde casa. Se estima que en EEUU el teletrabajo representaba un 15% antes de la pandemia y durante ella este porcentaje se ha elevado hasta el 50%. Muchas empresas ya han expresado su intención de mantener el teletrabajo de manera permanente para muchos de sus trabajadores.

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Sobre el papel, todo parecen ventajas, la empresa tiene ahorros por ocupar un menor espacio de oficina y el trabajador tiene más tiempo libre. ¿Pero realmente el teletrabajo solo nos trae ventajas?

Vamos a ver que no es así:

En primer lugar hablemos de las ventajas del teletrabajo, que no son pocas:

Para la empresa:

  • Ahorro en espacio de oficina. Las empresas pueden optimizar uno de sus principales costes fijos, el alquiler de la oficina que en el centro de determinadas ciudades puede a llegar a ser un gasto exorbitante.
  • Aumento de la productividad, debido a la eliminación de interrupciones típicas de la oficina. Más sobre esta ventaja, abajo. Y como consecuencia de ello, una mejora de los resultados empresariales.

Para el trabajador:

  • Mayor flexibilidad y posible final del presentismo laboral. El trabajador tiene mayor libertad para elegir las horas en las que quiere trabajar y el lugar desde el que quiere trabajar. Por eso no me gusta la expresión trabajar desde casa, es mucho más apropiada teletrabajar.
  • Sentimiento de realización profesional por alcanzar una mayor productividad laboral. En soledad se eliminan las interrupciones típicas de la oficina que dificultan la concentración y minan la productividad del trabajador. Estas interrupciones son cada vez más numerosas sobre todo en los últimos años con el auge de los espacios laborales abiertos sin despachos, muy buenos para fomentar la creatividad, pero definitivamente dañinos para la productividad.
  • Eliminación de traslados al puesto de trabajo y mayor posibilidad de conciliación entre vida laboral y personal. De esta ventaja, también se beneficia la sociedad en su conjunto por la disminución de los atascos y la contaminación.

Ahora pasemos a analizar las desventajas, que tampoco son escasas:

Para la empresa:

  • Pérdida de la cohesión de grupo. Tener trabajadores aislados no es lo mismo que tener un equipo unido. Las soluciones creativas obtenidas gracias la ebullición de ideas derivadas de la convivencia en la oficina de trabajadores con talento es imposible de replicar cuando estos trabajadores están separados.
  • Dificultad en implantar una identidad corporativa. Cuando los trabajadores se encuentran dispersos geográficamente es más difícil desarrollar una cultura corporativa propia, planes de motivación de los trabajadores, etc.
  • Inversión en tecnología para que el trabajador cuente con los medios necesarios para teletrabajar.

Para el trabajador:

  • Mayores dificultades para conseguir ascensos. Numerosos estudios demuestran que la clave para ascender no son las cualificaciones, la experiencia o las habilidades técnicas. Estas son condiciones necesarias, pero no suficientes para escalar la escalera de la empresa. Las condiciones que marcan la diferencia entre los individuos que ascienden y los que no, son las habilidades blandas o sociales como la inteligencia emocional, las habilidades interpersonales, la capacidad de síntesis y de comunicación, el liderazgo, la capacidad de organización, etc. La vida diaria en la oficina es el lugar perfecto para demostrar este tipo de habilidades, mientras que es realmente complicado demostrarlas para un trabajador que trabaja en remoto. Por eso el teletrabajo beneficia mucho más a los trabajadores senior, quienes ya han tenido tiempo de demostrar su valía, que a los jóvenes, que están comenzando en este juego.
  • Sensación de trabajar más horas, ya que ahora la distancia al trabajo está a un click en lugar de a kilómetros. Salvo que se fijen unos horarios estrictos para teletrabajar, al estar en casa da la impresión de estar disponible las 24 horas. Por tanto, existe una mayor dificultad para desconectar del trabajo y disfrutar plenamente de la vida familiar y del ocio.
  • Facilidad de reemplazo. El teletrabajo al 100% es el primer paso para la deslocalización completa de la fuerza laboral. La globalización ha iniciado este proceso, pero el teletrabajo completo puede rematarlo. ¿Qué impide a una empresa sustituir teletrabajadores 100% que viven en Madrid por teletrabajadores 100% que viven en Bangalore y que están dispuestos a hacer el mismo trabajo por una décima parte?

Por todas estas razones soy partidario del teletrabajo, pero con limitaciones. Para aprovechar las ventajas de ambos modos de trabajar, lo ideal sería teletrabajar 2 o 3 días a la semana y el resto trabajar en la oficina para tener reuniones, hacer equipo con los compañeros y demostrar nuestras habilidades blandas, etc. Además, durante esos días que se trabaja en la oficina, las empresas podrían instaurar periodos de “Quiet Time”, franjas horarias en las que las interrupciones están prohibidas. Cada empleado trabaja sin ser molestado por ejemplo durante 3 horas, después ya se puede volver a socializar. Muchas empresas ya están adoptando esta práctica y el resultado es un aumento incomparable de la productividad. Algo a tener muy en cuenta.

Sin duda el futuro del trabajo se presenta apasionante.

¿Por qué la gestión del riesgo no funciona y nunca lo hará?


Las técnicas de gestión del riesgo abogan por prevenir los eventos indeseables. Como dice el viejo dicho Más vale prevenir que curar. La prevención, actuar antes de que algo ocurra, es más barata que la reacción, actuar una vez el evento ha sucedido. Todos entendemos que ponerse el cinturón de seguridad en un vehículo previene accidentes, que una vez ocurridos son tremendamente costosos en términos humanos y monetarios.

Pues bien, esta prevención solo funciona con eventos esperados como un accidente de tráfico, pero es inútil con eventos altamente inesperados y que curiosamente suelen ser también altamente perjudiciales. Usando la terminología de Nassim Taleb, son los llamados cisnes negros, el impacto de lo altamente improbable.

Según Wikipedia, la teoría del cisne negro es una metáfora que describe un suceso sorpresivo, de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado, se racionaliza por retrospección, haciendo que parezca predecible o explicable, y dando impresión de que se esperaba que ocurriera. Algunos ejemplos son el crash bursátil de 1929, el inicio de la Primera Guerra Mundial, los atentados del 11 de septiembre en EEUU, el Brexit y muchos más.

Aunque el propio Taleb ha asegurado que el coronavirus no es un cisne negro porque se podía predecir, lo cierto es que la mayoría de las personas en el mundo no se lo esperaban y nos ha afectado tanto que podríamos considerarlo como tal.

 

Volvamos a la pregunta inicial: ¿Por qué no sirve de nada la gestión del riesgo ante este tipo de eventos?

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Imaginemos que el Gobierno chino hubiera gastado hace unos años miles de millones en investigación de una vacuna sobre un posible virus que en 2020 mataría unas 200.000 personas o más en todo el mundo. Es posible que hubieran anunciado a bombo y platillo la importante suma gastada y la estimación de vidas salvadas. Pero no le hubiera importado a nadie. Posiblemente ni hubiera llegado a los medios de comunicación, ya que las vacunas inventadas o los aviones que no se estrellan no suelen tener hueco en las noticias. El evento no hubiera sucedido y si existiera una oposición política en China, seguramente hubiera criticado un gasto tan elevado para un evento que no sabemos si algún día siquiera iba a ocurrir. No tendríamos manera de comparar los efectos positivos de ese gasto en investigación con los efectos negativos de una enfermedad que nunca ocurrió. Solo tendríamos las estimaciones poco fiables de un Gobierno, que se perderían en el abismo de ruido y desinformación al que estamos ya acostumbrados.

Por esta razón, el gasto en investigación se reduce en muchos países. En general sabemos que progresamos, pero desconocemos todos esos eventos indeseables que nunca sucedieron porque se evitaron gracias a la investigación y al progreso humano. De ahí que no ocurra nada por reducir un poquito cada año la partida destinada a investigar. Solo nos acordamos de ello cuando surge una enfermedad destructiva y nos preguntamos, ¿por qué no se investigó más? Bueno, pues porque como sus efectos positivos pasan desapercibidos, no nos parece importante.

Al hilo de todos estos pensamientos, he leído esta semana un par de tweets muy interesantes. Son estos:

 

“Si el distanciamiento social tiene éxito, será visto por la mayoría como algo innecesario en retrospectiva. Esta es la esencia de la gestión del riesgo y la razón por la que tan poca gente lo gestiona.” — Adam Butler

“Todo lo que hacemos antes de una pandemia se verá como alarmista. Todo lo que hacemos después de una pandemia se verá como inadecuado. Este es el dilema al que nos enfrentamos, pero esto no debería evitar que hagamos todo lo posible para estar preparados.» — Michael Leavitt [Ex secretario del Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos]

 

Todo esto nos viene a decir que, si las medidas de distanciamiento social y confinamiento finalmente tienen éxito, a toro pasado se verán innecesarias o exageradas porque nunca se sabrá con certeza el número de vidas que consiguieron salvar. En caso de éxito no podremos contar esos muertos porque nunca murieron. Solo podremos contarlos en caso de fracasar las medidas, ya que entonces sí morirían. Es un enorme y grave dilema y la principal razón por la que una adecuada gestión del riesgo basada en la prevención es prácticamente imposible y siempre lo será, al menos mientras las decisiones estén basadas en la inteligencia humana.

Quizá vuelva a tener sentido en el futuro cuando la inteligencia artificial reemplace a la humana en la toma de decisiones.

¿Comprar o no comprar?


Estoy planteándome comprar una vivienda en Australia. Al ver los precios tan elevados, y sabiendo lo que ocurrió en España, he querido empaparme un poco sobre el sector inmobiliario australiano, para saber si voy a comprar a precio de oro o realmente es una oportunidad. Después de investigar y recopilar mucha información, quisiera compartir datos interesantes y algunas conclusiones.

A los australianos les encanta vivir cerca de la costa en las dos ciudades principales (Sydney y Melbourne) y en las tres secundarias (Brisbane, Perth y Adelaide). Exceptuando alguna contada anécdota como Canberra, el resto es la Australia vaciada o lo que por aquí denominan Outback. A diferencia de otros países, no puede establecerse un punto temporal en el que el outback comenzó a despoblarse porque en realidad, nunca estuvo poblado.

Centrándonos en las dos grandes urbes, en las que reside el 35% de la población australiana, los principales factores que se valoran a la hora de elegir la zona donde vivir y por tanto que determinan los precios de la propiedades inmobiliarias son:

  • Cercanía al centro de la ciudad o CBD.
  • Cercanía al mar.
  • Prestigio de las escuelas de primaria y secundaria.
  • Parques o zonas arboladas. Los famosos leafy suburbs/streets por los que se paga extra coste.
  • Ausencia de áreas e instalaciones industriales pesadas. Por ejemplo el sureste de Melbourne es mucho más valorado que el oeste o el norte por esta razón.
  • Fácil acceso a autopistas y transporte público.
  • Bajo índice de criminalidad.

En general a los australianos les gusta vivir cerca del centro de las ciudades, pero no en el mismo centro. Esta parte de la ciudad se reserva más bien a profesionales expatriados o estudiantes recién llegados. Una vez los recién llegados se asientan, suelen mudarse a los suburbios que se distribuyen en anillos alrededor al centro. Los más valorados se encuentran en los anillos Inner Suburban y Middle Suburban, a una distancia entre 10 y 20 km del CBD. Serían las zonas en rosa y verde de este mapa de Melbourne.

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Cada vez que un suburbio de estos anillos supera el millón de dólares de precio medio de sus propiedades, se celebra a bombo y platillo. Y existen numerosos expertos que predicen cual será el próximo en unirse al club del millón. Hay que tener en cuenta que el sector inmobiliario australiano lleva subiendo 30 años seguidos. En total más de un 400% en estas tres décadas.

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No es de extrañar que los mantras que solíamos escuchar en España en la época pre-crisis, se escuchan a diario en Australia actualmente:

  • Rent money is dead money (alquilar es tirar el dinero).
  • Real estate doubles its value every 7-10 years (las viviendas duplican su valor cada 7-10 años).
  • Real estate always go up (los precios de las viviendas nunca bajan).
  • Real estate: it’s now or never (si no entras ahora, nunca lo harás).

Sin embargo, existen algunas diferencias con el sector inmobiliario español en plena burbuja, especialmente en relación al modelo productivo:

  • La inmigración que recibe Australia es altamente cualificada, debido al sistema de inmigración por puntos que invita únicamente a profesionales cualificados en los puestos que el país necesita. Australia se puede permitir este sistema, al disponer de una gran cantidad de recursos naturales, de los que España carece.
  • No se trata únicamente de inmigración cualificada, sino que además Australia sigue dando la bienvenida a una gran cantidad de inmigrantes. Por ejemplo el estado de Victoria añade a su población 2.800 personas cada semana entre nacimientos y migrantes. A este ritmo se espera que la ciudad de Melbourne sobrepase a Sydney en población para el año 2026, convirtiéndose así en la ciudad más poblada de Australia.
  • El precio de la propiedad está basado mayoritariamente en el valor del suelo, no de la vivienda. Los australianos tienen preferencia por las casas con jardín frente a los apartamentos. Esto hace que a medida que las ciudades crecen, el suelo se hace cada vez más escaso. Las ciudades siguen extendiéndose, pero los nuevos desarrollos urbanísticos cada vez más alejados del centro no hacen sino presionar al alza los precios de las bolsas de suelo más cercanas al centro.
  • La productividad medida a través del indicador de la OCDE (PIB por hora trabajada) es superior en Australia, 109.6 frente a 107.3 en España (datos de 2018).
  • Los principales sectores y su contribución al modelo económico australiano son ciertamente diferentes al español, destacando por ser un centro minero y educativo muy importante, sobre todo para estudiantes asiáticos. Los datos para Australia según el Reserve Bank of Australia son:
    • Educación y Sanidad 13%
    • Minería 10%
    • Servicios financieros 9%
    • Construcción 8%
    • Manufacturas 6%
  • Por su parte en España, los principales sectores son:
    • Turismo 15%
    • Construcción 14%
    • Sanidad 12%
    • Comercio 12%
    • Servicios financieros 8%

La duda que me surge es: ¿estos factores son suficientes para justificar la diferencia de precios de las viviendas en ambos países? Actualmente el precio medio de la vivienda en Australia se sitúa en 660.000 AUD (unos 412.500 EUR) frente a 258.000 EUR en España.

Es evidente que los salarios en ambos países también tienen mucho que aportar a esta conversación. Según datos oficiales de finales de 2019 en Australia el salario medio anual era de 86.268 AUD (unos 53.917 EUR) mientras que en España se situaba en una cifra más baja a pesar de los aumentos de los últimos meses, 23.646 EUR.

Con estos datos medios podemos calcular el número de años que se tardaría en pagar una vivienda media en cada país. El resultado es 13.1 años en Australia y 9.2 años en España.

Este último dato no es muy alentador para mi compra y ésta solo tendría sentido si los precios siguen subiendo. Ya sé que la vivienda habitual no puede considerarse una inversión al uso, pero uno se siente mejor si su casa se revaloriza con el tiempo.

Entonces, ¿seguirán subiendo los precios teniendo en cuenta los favorables datos demográficos y económicos de Australia?

Creo que nadie puede contestar a esa pregunta.

Ya os iré contando.

 

 

Conducir en Melbourne


Os contaba hace poco que conducir en Australia es, cuando menos, peculiar. Hoy voy a hablar sobre la conducción en Melbourne.

Melbourne es una ciudad extraordinaria y diferente al resto de ciudades australianas. Por eso, conducir en Melbourne merece un capítulo aparte por varias razones.

  • Giros extraños: los conductores de Melbourne están acostumbrados a realizar complicadas maniobras como por ejemplo:
    • Hook turns, que son una especie de giro en garfio. Consiste en apartarse al extremo izquierdo de la calzada, para esperar nuestro turno y realizar el giro a la derecha. La verdad es que la primera vez que te enfrentas a un giro de este tipo te sientes desconcertado y da algo de miedo. Solo la señal impresiona.maxresdefault¿Y porqué existen estos giros? Bueno, en Melbourne hay compartir la calle con tranvías, que circulan entre los dos sentidos de la circulación. Los hook turns permiten que los tranvías avancen sin obstáculos y sin retrasos por vehículos intentando girar a la derecha.
    • P-turns, o giros en forma de P. Consisten en restringir los giros a la derecha en una congestionada intersección, y obligar a los conductores a continuar hasta la siguiente, para hacer un giro en U y después otro a la izquierda para por fin, entrar en la calle deseada.p-turn-new

 

  • Compartir la calzada con tranvías, numerosos ciclistas, turistas en el centro y fuera de la ciudad animales como canguros, wombats, pingüinos, equidnas o ciervos.akangaroohop

 

  • Puntos de peaje sin necesidad de parar. Cuando menos te lo esperas estás en una carretera de peaje con nombres poco originales M1, M2, M3, etc. Se reconocen por sus carteles azules y por sus enormes puentes iluminados que detectan los vehículos con o sin suscripción. Los que tienen suscripción reciben un aparato que hace beep al pasar por estos puentes. Y los que no, tienen 3 días para pagar su factura por internet. Ese beep de vez en cuando al conducir suena como una angustiosa máquina recaudadora del gobierno y a la vez tranquiliza al saber que no recibirás una multa por darte a la fuga en un peaje sin máquinas de pago.citylink-tollsetoll-feature-image

 

  • Multiculturalidad al volante. Melbourne tiene un 25% de su población con orígenes asiáticos. Existe un mito que dice que los asiáticos no saben conducir. Yo creo que conducen de una manera diferente a los occidentales y esto tiene que ver con el espacio vital al que están acostumbrados en sus países de origen. Los países asiáticos están mucho más poblados que los occidentales. De ahí que las personas estén más acostumbradas a vivir unas cerca de otras. En mi opinión, esto se refleja en la manera de conducir. Me he fijado que los asiáticos dejan una distancia de seguridad mucho menor que los australianos, mientras que los europeos nos situamos entre ambos, ni tan grande como los australianos ni tan pequeña como los asiáticos. Pasa lo mismo a la hora de aparcar. Los australianos suelen utilizar dos espacios para aparcar un solo coche y los asiáticos dejan mucho menos espacio entre coches. Esto concuerda con mi teoría del espacio vital en cada continente. ¿qué tendrá de verdad?

 

  • Carriles reversibles. Son carriles en los que el tráfico puede fluir en cualquiera de las dos sentidos. Se utilizan para aliviar atascos que se repiten en diferentes horarios del día y se señalizan con una flecha verde, si está permitido circular en nuestro sentido o una cruz roja, si el carril está cerrado en nuestro sentido.

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  • Zonas Kiss & Go: literalmente son lugares junto a los colegios, para despedirse con un beso y salir corriendo, en los que únicamente se permite la bajada y subida de los niños.

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  • Ausencia de autoescuelas. ¿Cómo? ¿Qué no hay autoescuelas? No hay autoescuelas obligatorias en Australia. Para obtener el carné de conducir los australianos deben:
    • Paso 1: Obtener un carné de principiante a partir de los 16 años aprendiendo con el manual oficial del Ministerio de Transporte y presentándose al examen teórico.
    • Paso 2: Aprendizaje práctico con cualquier conductor experimentado, que suele ser el padre o madre del aprendiz y que firma un libro con las horas de práctica acumuladas. En Melbourne (Victoria) son necesarias 120 horas de práctica supervisada, de las que 20 deben ser nocturnas y siempre mostrando una placa con la letra L (learner). ¿Te imaginas que tu profesor de autoescuela sea tu padre?
    • Paso 3: Aprobar un simulador de percepción de riesgos en carretera en ordenador a partir de los 16 años y 6 meses.
    • Paso 4: Continuar obteniendo experiencias hasta alcanzar las 120 horas supervisadas.
    • Paso 5: Aprobar el examen práctico a partir de los 17 años.
    • Paso 6: Ya se puede conducir de manera individual, pero se debe mostrar una placa con la letra P (provisional) durante dos años, los primeros seis meses una P roja y el resto del tiempo una P verde.

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Conducir en Australia


Conducir en Australia es extraño, a veces aburrido, otras estresante, a menudo impactante y casi siempre sorprendente.

En primer lugar se conduce por la izquierda. Esto no es exclusivo de Australia. Hay muchos países donde sucede como por ejemplo Reino Unido, Irlanda, Sudáfrica, Japón, India o Tailandia. En total hay 74 países en el mundo en los que conducen «por el otro lado». Los países en azul somos los raros:

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El primer comentario que se escucha de alguien que nunca ha experimentado antes este tipo de conducción suele ser del tipo: «Esta gente está loca, ¿cómo pueden conducir por el otro lado?». Pero, ¿cuál es el lado correcto? Normalmente pensamos que es otra de esas cosas que los británicos cambiaron en algún momento para llevar la contraria y diferenciarse del resto del mundo. En este caso no es así. Fueron los franceses quienes lo hicieron y la mayoría les seguimos, salvo los británicos que permanecieron con el sistema tradicional.

La Edad Media no fue la época más segura de la historia, así que las personas que caminaban o montaban a caballo por los caminos, lo hacían por el lado izquierdo ya que, de este modo las personas con las que se cruzaban lo hacían por el lado de la mano con el que empuñaban su espada, habitualmente la derecha. Esta práctica se mantuvo hasta la Revolución Francesa, cuando los franceses decidieron cambiarla y comenzar a circular por la derecha.

Lo cierto es que conducir por un lado o por el otro es una cuestión de perspectiva y al final acabas acostumbrándote en un par de semanas. Los principales consejos para conducir por el lado izquierdo de un modo seguro son dos:

  • Utilizar un coche automático. Imaginad tener que cambiar de marcha con la mano izquierda.
  • Evitar las grandes ciudades, al menos al principio.

Siempre he seguido el primer consejo rigurosamente. Es más, creo que nunca volveré a conducir un coche manual, la comodidad del cambio automático es impagable.

Lamentablemente no hice tanto caso al segundo consejo. A la semana de haber llegado, me entregaron el coche en pleno centro de Perth. Me monté a él y apenas tenía que conducir 1 kilómetro para llegar a casa y aparcarlo. Como había estado absorto en el trabajo, no había prestado mucha atención al tráfico durante esa semana. Perth no es ni de lejos la ciudad más caótica del mundo en cuanto a tráfico, pero aún así, se me hizo el kilómetro más largo de mi vida. Desde entonces he mejorado un poco, aunque ¡todavía me puedo llegar a colar en el carril contrario en algún giro a la derecha!

Al principio comenté que conducir en Australia es, a veces, aburrido. Al tratarse de un país enorme y despoblado en la mayor parte de su territorio, conducir por el «outback» puede llegar a ser de lo más insulso. El outback australiano es el territorio interior, remoto y semiárido de suelos rojos totalmente despoblado que ocupa prácticamente la totalidad de la isla.

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Quizá el paisaje resulte curioso las primeras dos o tres horas, con sus caminos de tierra roja y las impactantes puestas de sol. A partir de ahí, lo más interesante que te puede pasar es que te salude el conductor del único coche con el que te cruzas en la última media hora, los carteles de próxima gasolinera a 300 kilómetros o encontrarte con canguros o emus cruzando la calzada.

En una ocasión hicimos un viaje por la costa norte, desde Karratha hasta Broome. Son 830 kilómetros, que se cubren, según Google Maps, en 8 horas y media. Para haceros una idea de cómo de aburrido fue el trayecto, os dejo la foto que le hice al GPS en un tramo en el que dejó de molestarnos con sus indicaciones durante unas 7 horas y media:

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Dijo algo así como: «En 748 kilómetros girad a la izquierda, yo me despido de ustedes dejándoles en el más absoluto silencio». Dicen que los australianos cantan canciones en esos trayectos para matar el aburrimiento. Como nos parecía un poco cursi, sobre todo antes de tener niños pequeños, nosotros contamos todos los chistes que recordábamos, nos inventamos historias, rememoré las adivinanzas, trabalenguas y quiquiricosas de mi abuelo y muchas otras invenciones más que ya no mi me acuerdo. El caso es que, a pesar del abandono de nuestro GPS, lo recuerdo como un viaje ameno.

Por si todavía no conocéis el famoso dicho: «Trabajas menos que un GPS en el outback australiano».

Voy a dejar para más tarde la conducción en Melbourne. Por su peculiaridad y complejidad, merece un post aparte.

Hasta pronto!

Cosas Grandes en Australia


Cada día de camino al trabajo me encuentro con un monumento de un pájaro negro gigante que no sé muy bien qué hace ahí. Siempre quiero parar para verlo más de cerca e inmortalizarlo. Pero al estar en el lateral de una autopista, la parada se convierte en peligrosa además de amenazadora tras los carteles que dicen No Stop on Freeway.

El caso es que por fin he conseguido una foto de mi pájaro gigante sin necesidad de parar en la autopista.

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Resulta que una de las peculiaridades más incomprensibles de los australianos es que les encanta construir monumentos gigantes de objetos o seres que en la vida real no son tan grandes. Hay unas ciento cincuenta cosas grandes por toda Australia o Big Things como ellos las llaman. Hay ejemplos de todo tipo, como la langosta gigante, la hormiga gigante, el aguacate gigante, la piña gigante, el hacha gigante, la lata de cerveza gigante o la raqueta de tenis gigante.

Las Australia’s Big Things tienen su propia postal:

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Suelen estar construidas en tramos de carretera tremendamente desolados, de los que hay tantos en Australia, y en los que no es necesaria una gran excusa para parar a estirar las piernas y evitar morirse de aburrimiento.

A estas cosas les suele acompañar un gran rótulo, una cafetería y una tienda de souvenirs para dar un poco de vida turística a pueblos un poco muertos. Curiosamente este proceso lo inició un americano que construyó un gran plátano al lado de su restaurante en Coff’s Harbour (New South Wales) con tanto éxito que estas cosas no han parado de proliferar desde entonces.

Me resulta una tradición a la vez curiosa, incomprensible y entrañable. Y es que, ya me he acostumbrado y cada mañana saludo efusivamente a mi pájaro negro gigante cuando paso por su lado. Quizá algún día me devuelva el saludo…

 

Hace tanto que no escribo…


Hace algo más de tres años desde la última entrada en este blog. Pero en realidad no escribo con regularidad desde hace seis años. Mi último post regular hablaba de mi último día en el Reino. Tantas veces se repite la palabra último en estas primeras líneas porque ahora, echando la vista atrás, me doy cuenta de que entonces se cerraba un ciclo de mi vida. Abandoné una tierra inhóspita como Arabia Saudí para abrazar una isla próspera y amable como Australia. Que emocionante contraste.

Mientras tanto han pasado muchas cosas que he utilizado de excusa como sinónimo de falta de tiempo y que hubieran sido perfectas ideas para nuevos posts. Como por ejemplo casarme y continuar felizmente casado, obtener las certificaciones CFA (Chartered Financial Analyst) y CMA (Certified Management Accountant), solicitar la residencia permanente en Australia (un proceso tedioso que me llevó cerca de dos años), disfrutar de la fascinante ciudad de Perth en Western Australia, viajar por el Sudeste asiático, Japón y Nueva Zelanda, trabajar durante año y medio en el outback australiano (una de las regiones más aisladas del planeta, llamada Pilbara), vivir una aventura de 7 meses en México, cambiar de trabajo, la vuelta a Australia asentándome en la bohemia ciudad de Melbourne y por último tener una preciosa hija.

Hace 6 años cerré un ciclo e inicié otro con la llegada a Australia. Ha sido una vivencia circular que comenzó cuando puse el pie en este país por primera vez. Haciendo balance, ha sido muy duro, con muchos obstáculos y adversidades, pero a la vez lleno de emociones y recuerdos. Un ciclo que hoy también se cierra con las siguientes palabras:

«From this time forward, under God, I pledge my loyalty to Australia and its People, whose democratic beliefs I share, whose rights and liberties I respect, and whose laws I will uphold and obey.»

Desde hoy mi mujer y yo somos Aussies!

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Es curioso porque al obtener la ciudadanía australiana, estamos obteniendo la nacionalidad de nuestra hija. Como ha cambiado el mundo para que un hijo consiga su nacionalidad automáticamente por nacimiento y sus padres tengan que solicitarla después con muchos trámites y papeleos, tratando de demostrar por todos los medios que uno ha sido un buen ciudadano durante toda su vida hasta este momento. Es una situación similar a la reivindicada por Ricardo Arjona en su canción Mojado:

«Si la luna suave se desliza
por cualquier cornisa
sin permiso alguno,
porque el mojado precisa
comprobar con visas
que no es de Neptuno…»

He de reconocer que en la ceremonia de la ciudadanía me he emocionado. Hemos participado unas 150 personas, procedentes de 33 nacionalidades diferentes y que hemos decidido unir nuestro futuro en una sola, enriqueciendo aún más si cabe este país tan plural y variado. He sentido un gran orgullo por acceder al privilegio de pertenecer a una nación que consiguió su unificación sin guerras ni revoluciones. Aunque sí hubo un gran derramamiento de sangre en su colonización, en la actualidad Australia es un país pacífico, próspero y multicultural que goza de libertades garantizadas, altura democrática y un gran nivel de vida basado en el famoso «Fair Go» (oportunidades equitativas y justas para todos).

Hoy, al darme cuenta de este fin de ciclo en mi vida, me he propuesto escribir de manera más asidua para contar las bondades y rarezas de este maravilloso país.

Hasta pronto.

Aussie Aussie Aussie, Oi Oi Oi !!!

 

Priceless tips for students


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I wish someone experienced enough would have had a chat with me before hand about how to squeeze my university years and get the best out of them. Instead I discovered it the hard way: by myself.

My story

I have always been an excellent student. I finished a couple of BS Degrees and never failed a single course. I passed all exams at 1st attempt. However, did I really seize the opportunities of being a university student? In retrospective, I don’t think so. Let me explain you why. I was an extremely shy young person. I never asked questions in class, never volunteered and always tried to remain unnoticed for the majority of the time. Then I used to study hard at home and passed every single test. Was I a great student? Yes, I was… in a traditional world. In a world were my home country universities still live. In an isolated world where sharing and collaborating were considered odd. And it wasn’t until my exchange year abroad that I started to realize I had to get out the dark side immediately.

I spent an academic year at City University in London as part of an European exchange student programm. Yes, it was short but it was also definitively one of the most clarifying and revealing experiences of my life. The broad range of diversity impressed me at first. Then I learnt to share and mix with them. By the end of the first month, I had absorbed more real-world knowledge than in all my previous years at a traditional college. A respectful attitude and conscious opened eyes and ears can do miracles for you in such situations. The way lectures were structured was another shock for me: I needed to speak. Being unnoticed was not an option anymore. I luckily found great classmates who help me with my undeveloped communication and public speaking skills. Thanks to them and to a deep desire to persevere from my side, I ended up the year actually enjoying it. Not only I improved my communication skills, but also my adaptation, flexibility, empathy, negotiation, self-confidence and leadership capabilities got better.

This experience changed my life and since then I haven’t stopped learning and absorbing aiming to make the most of anything I have been involved. I invite you to follow me through some tips on how you can make the most of your university time as well.

Tips

1. Education as a whole life habit.

Studying need to be considered from a non-ending learning approach. Today‘s world changes so quickly that an average student will be outdated by the time he reaches his mid career, if not earlier. If this trend continues, it will be common in the future to go back to college for one or two total make-overs during one‘s career. Being up-to-date with existing technologies and practices will be, even more than today, the key to continue adding value to the business as an employee. Therefore instead of considering education as an isolated part of our lives with a begining and a defined end, it would be better to embrace it as a whole life habit. MOOC platforms are great for this purpose.

2. Ask questions

A common forgotten aspect of university lectures is asking questions. Most students just attend classes, take notes and leave without communicating with professors. That’s why classes are sometimes tedious and boring. Try to turn classes into vivid ones by asking questions. Teachers like two-way communication lessons and remember students who participate. So just stand out of the crowd and ask questions. If nothing comes to your mind in class, you can make a bit of research on your own before class and introduce any interesting current issue or news related to the topic.

Not only it will help you refine your communication skills, but also you will build stronger relationships with your teachers and this will have a positive impact on your marks. Additionally, the fact that you will need professional references when applying for jobs can’t be ignored. If you don’t have much work experience, relationships built with teachers are your best bet at this stage. But if they can’t remember you, how are they going to serve as your references?

3. Practice public speaking

This tip can’t be stressed enough as the benefits of public speaking for anyone‘s career are countless. Apart from honing your communication skills, which are key in the workplace, many other aspects of your life will be improved by practicing public speaking. Some examples are gaining trust and respect from others, presenting new ideas more effectively, building self-confidence, increasing awareness of the environment, developing relationships and rapport with colleagues, improving selling and negotiation skills and positioning yourself as a leader. It will make you visible and memorable among your classmates.

So next time you need to speak in public, consider it as a beneficial training instead of a malicious torture. Read some good books about public speaking and start practicing. The rewards are worth the effort.

4. Volunteer for anything

Volunteering is a great way to be involved and to gain an insight into your university or community life. It provides an easy way of social networking. And it also promotes the feeling of making a difference which helps increasing self-esteem and personal growth. There will be many opportunities to volunteer during your university life. Just choose the ones you like most and enjoy them.

From a professional perspective, it provides productive results since it is a valid method of filling blank gaps in your resume, specially if you don’t have much work experience. Therefore it improves your employability. More about this a bit later.

5. Avoid procrastination

Procrastination is the unconscious process of delaying tasks that need to be acomplished now. All of us suffer from it to a certain degree. It is based on laziness by giving priority to more pleasurable activities rather than others not so enjoyable. While studying you will face many situations like this: let’s say you have to start a coursework to be handed over in two weeks time. The task involve researching from diferent sources, summarising information, compiling, structuring, writting, analyzing, providing references, preparing presentation materials, creating and giving a stunning presentation and some others. Your natural tendency will be to postpone it until the last minute. How can you finish such an enormous task?

Well, the problem is the perspective you are using. Looking at it as a one enormous task is a mistake. Instead considering it as a sum of small individual tasks is the key. You will realize that absolutely nothing is as hard as it looked when you started.  Dividing daunting tasks into smaller chunks that can be easily acomplished individually, will allow you to gain confidence and boost your motivation towards the completion of the once-intimidating task. This is because as you progress, it will soon become a doable task. Besides, this approach helps you develop project management skills, which are very valuable in the workplace.

6. Reward yourself, even for small or partial success

Everytime you achieve an academic success, practice the healthy habit of rewarding yourself, even if it is a modest reward. When you work hard and achieve your goals, it is fair to have something you enjoy in return. In the short term, you will just feel good but in the long run, it will create positive associations in your brain that will move you forward to a great future. This is because it reinforces self-confidence and encourages keeping motivation high, two key elements of a successful career.

Have you passed a test? Have you produced a brilliant coursework? So take yourself out for breakfast or dinner, go out of town for the school break, go on shopping therapy, relax on a massage session, and so on.

7. Work as early as possible

I have heard so many times the complaint about the vicious circle of work experience. Simply put, you are not getting jobs because you don’t have enough work experience, and you can’t gain such experience if you are not offered the first job opportunity. Well, let me tell you something: this is a fact and you are not going to change it. So the sooner you accepted it, the better for your career. Instead of complaining, just focus your efforts on breaking the circle.

My advise is try to get a job as early as possible, prefererably while you are still studying. Combining work and school is positively recognised by recuiters and employers as it will develop your ability to multitask and plan your work and study loads in advance. Summer internships, student programs, volunteering positions and casual jobs are very useful in this regard. Cant you find these positions? Well, you can create them . Choose a business you like and offer to collaborate with them on an unpaid basis. More often than not, you will end up as a paid employee.

As mentioned earlier, you need to improve your employability. For that reason, bear in mind that valuable work experience is as important as academic qualifications and there is nothing as poor as a no-work-experience resume. In fact, while every industry is different, it is extremely difficult to break into particular industries without showing that you can apply what you have learnt at college.

On top of that, you will understand to a higher degree what is taught in class and how courses are intertwined. In addition, you will ask better informed questions based on real life situations. Finally, professors will value your street-smart insights and you will make the most of your student time.

8. Network as much as possible

A savvy student looks for opportunities to network as a useful tool for the future. According to some estimations, approximately 60% of jobs are not advertised. They make the so called hidden job market and networking is essential to find them. Unless a member of your familiy is the CEO in a business, you will need to create your own contacts. At this stage, don’t feel desperate about it. Just try to create strong relationships with your teachers and classmates. It is said that a Master’s Degree is as good as the quality contacts you make on it. Have this mind and make it extensible to your Undergraduate Degree.

But how do you do that in practice? First of all, apply all tips in this list, specially ask questions, practice public speaking and volunteer for anything. You will be remembered, you will be considered special and you will be seen as a natural leader. Someone who people wants to be around with. In addition, you can use a very interesting technique: changing seats. Have you ever though that you might be surrounded by future success? Many of your peers will have reponsibility positions in the future. So start creating strong relationships with them now. Changing seats is a great way of getting to know them. Don’t create useless barriers between you and the world, instead create constructive links with as many individuals as possible. Be respective, listen, show genuine interest and be useful by helping as much as you are able.

Do you want to take your networking to the next step? If networking in class is not enough for you, there are opportunities for developing your contact netwok out of class as well. Attend networking events to interact with target people who belong to organizations you are interested in. They can be seminars, job and career fairs, conferences, public lectures, etc. Your previous research is key at this point. You need to know who will be present at the event and why you want to meet them. Prepare a brief introduction of yourself and a reason why connecting would a good idea for both. Have some business cards with you (Yes, business cards. If you are serious about networking you must have a business card). After you have met in person, don’t forget to connect with them online through social media.

9. Enjoy

This tip is so obvious that it goes without saying and you are probably already doing it. But seriously, when you start working full time, you will notice how much free time you had at college. So don’t play around and just seize the opportunity. Your future YOU will appreciate it.

Reducir la jornada laboral para aumentar la productividad


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Diversos estudios sugieren que las largas jornadas laborales, a las que estamos tan acostumbrados en España, no son las más adecuadas desde un punto de vista de la productividad. Al fin y al cabo se trata de trabajar de un modo eficiente y para ello no es necesario dedicar más tiempo del necesario. Work smarter, not harder.

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Según un estudio de Femeval (Federación Empresarial Metalúrgica Valenciana) solamente el 45% de la jornada laboral en España se dedica a actividades productivas, desperdiciando el 55% restante. Quizá en ello tenga que ver el fuerte arraigo del presentismo y escasez del teletrabajo en España, la reducida presencia del empleo a tiempo parcial de calidad en nuestro país en comparación con otros países y el menor porcentaje del componente variable sobre el total de remuneración.

Dentro de este tiempo desperdiciado, adquiere especial relevancia el navegar por internet con fines personales, ya sea para leer noticias, buscar vuelos y hoteles para las próximas vacaciones o consultar las redes sociales. Es algo que afecta sobre todo a los más jóvenes, que han crecido en una realidad en la que es muy difícil separar colaboraciones profesionales y redes sociales.

La cuestión que surge llegados a este punto es si al reducir la jornada laboral este porcentaje se mantendría. Es decir si al pasar por ejemplo de 9 a 7 horas de trabajo diario, solamente el 45% de ese tiempo seguiría siendo productivo.

Esta correlación en la tendencia no se produce, según el informe «Horas de trabajo en el mundo en 2012» de la OCDE. En este estudio se demuestra como la reducción paulatina de la jornada laboral en diferentes países consigue elevar la productividad por encima de ese umbral del 45%.

Por supuesto el impacto en la productividad es limitado. No es posible continuar reduciendo horas de trabajo indefinidamente. En ese caso no habría tiempo material para realizar el propio trabajo. Aunque depende del tipo de trabajo y de cada trabajador, diversos expertos aconsejan que la reducción ideal sería hacia una jornada laboral de entre 6 y 7 horas diarias para maximizar la productividad.

Sin duda vemos que los horarios de 9 a 6 (en el mejor de los casos) fueron implantados de manera arbitraria sin tener en cuenta la productividad. ¿Qué se puede hacer para solucionar este arcaico modelo?

En primer lugar un cambio de mentalidad para eliminar la variable tiempo como factor determinante de la productividad. Esto solo nos lleva al temido presentismo laboral. Los horarios laborales fijos deben desaparecer, para dar paso a horarios mucho más flexibles en los que el trabajador tenga un mayor poder de decisión en los mismos.

En segundo lugar implementar una medición de la productividad de manera continua mucho más objetiva, estableciendo objetivos claros y concisos que el trabajador y la empresa conocen de antemano, revisan su grado de consecución regularmente y actualizan en fechas determinadas. 

Por último ligar una mayor parte de la remuneración a esos objetivos pactados también tiene un gran impacto en la productividad. El trabajador debe ser recompensado por cumplir esos objetivos y no por el tiempo que pase en la oficina.

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